viernes, 13 de marzo de 2015

A veces

A veces me descubro pensando que la muerte
juega un papel vital en esto de la vida,
me descubro pensando que no existe la suerte
y lamiendo los bordes de todas mis heridas.

A veces me diluyo como un trozo de hielo
me esparzo con el viento como un banco de arena

pero a veces entiendo que el infierno o el cielo
sin pasar por la vida, no merecen la pena.


A veces me interrumpo; no sé, me reseteo
y me encuentro de nuevo en la primera casilla.
Pero a veces me dejo llevar por el deseo
y acaricio el abismo y su cruel maravilla.

A veces entretengo la vista en la ventana
con el cuarto menguante o con la luna llena,
y otras veces entiendo que el ayer o el mañana

sin el fuego del hoy no merecen la pena.

En ocasiones dudo y detengo mis pasos,
y miro al horizonte como buscando algo:
la mano hecha visera contra el sol del ocaso.
Pero, a veces, mi sombra toma forma de galgo

y corro sin destino: una bala perdida
que se vende a la inercia y ya nunca se frena.
Pero, a veces, de nuevo, entiendo que la vida,
sin la luz de la muerte, no merece la pena.