Cuando llegue la hora de asumir la derrota
mantén la compostura, no caigas en el drama.
El dolor es más fuerte cuando lastra las alas
y consigue que tiembles en lugar de volar.
Cuando arrecien las notas del himno de la lluvia,
y un blues desafinado haga mella y lacere,
cuando la acacia crezca vigorosa en las sienes,
no abandones ni pierdas las ganas de ganar.
Para empezar de nuevo hay que darse a la fuga,
desandar el camino, derrochar energías,
te propongo que aguantes mirando como mira
la gacela al guepardo justo antes de huir.
Tal vez esa mirada, de ira más que de miedo,
sucumba al espejismo y te ofrezca una puerta
y merezca la pena, tal vez, a fin de cuentas
enfrentarse a la muerte y no vivir por vivir.
Admito que no soy la persona indicada
para darte consejos ni enseñarte lecciones,
conservo el equipaje, evito a los doctores,
mantengo a buen recaudo la llave del amor.
Para serte sincero me considero intacto,
ni un rasguño me cruza por el alma o el codo.
escribo, sin embargo, al aullido del lobo
y este yo que sonríe, consuela al otro yo.
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