viernes, 28 de marzo de 2014

Adicto


Adicto a los desastres por encargo,
adicto a los finales sin vencidos,
adicto a los desórdenes de embargo,
adicto a los despojos del olvido.

Adicto al sex appeal del entresuelo,
adicto a los bombones de ida y vuelta,
adicto a los vacíos de altos vuelos,
adicto a las incógnitas resueltas.

Adicto a las esquinas peligrosas,
adicto a los oscuros escondrijos,
adicto a los vaivenes de la vida.

Adicto a las espinas de las rosas,
adicto a los absurdos acertijos,
adicto a las escenas suprimidas.

sábado, 22 de marzo de 2014

Guárdame este secreto



Voy a arrancarle al silencio este poema

será el ademán violento 
de arrebatar sus posesiones 
a una mano muerta.

Será como decir: 
“Bueno, ya basta” 
“Déjate de joder”
o
“Házmelo y punto”

Voy a dejar de lado el protocolo,
a tomar por culo lo políticamente correcto…

Voy tomar estos versos como míos.

Voy a revolcarme con la señora poesía
que es una puta vieja que se las sabe todas
y sabe cómo hacer para dejarme temblando.

Sabe  dónde sembrar serotonina
para hacerme latir el corazón convulso.

Voy a arrancarle al silencio este poema
como el que arranca una risa inoportuna
a la hora en que lloran plañideras,
como el que extirpa un tumor o un miembro herido
anestesiándose el sexo, 
para evitar placeres psicopáticos.

Voy a fingir que sé de qué te hablo, 
que conocía (voy a pegarme el moco) 
cuándo iba tu cuerpo a reaccionar y en qué medida.

Después de todo busco con mi lupa
la extraña matemática que modula el espasmo.

Voy a arrancarle al silencio el poema
y diremos que es mío,
guárdame, por favor,
este oscuro secreto.

martes, 11 de marzo de 2014

Al decir: "Para siempre"



Lo malo de estar vivo es cuando te ponen los puntos sobre las íes y descubres que la tilde era una lágrima enconada.

Lo que quiero decir es que ya basta de repetir mantras bajo el manto legítimo de la poesía, que te juegas con eso que alguien venga y te diga las cosas sin filtrarlas, que alguien venga y escriba poemas Molotov y te lastime.

Lo que quiero decir es que si mientes sólo puedes verter literatura cuando esa mentira no hiere, cuando no hay nadie que entienda la verdad en ese espejo que rompes a golpe de teclado.

Ya hablamos una vez sobre qué cosas son fáciles.

Lo difícil es admitir que no todo es una mierda desde que ella se ha ido, que puedes sobrevivir sin su culo en la mano y sin su lengua en tu acento.

Lo difícil es decir, así sin titubeos que has tenido la culpa, que de un modo o de otro elegiste la rabia, que acabaste con ella por que acabara contigo y no le diste al verbo el sentido correcto.

Lo difícil, lo duro, es hallar la respuesta que rompe los esquemas del poema perfecto, decir que hoy la vida no es más gris que a su lado.

Admitir que el deseo hacia la camarera pudo más que el futuro y que el deseo hacia ella, admitir que mentiste como mienten los hombres al decir "para siempre" o al decir "te lo juro".

Lo que quiero decir es que me gusta tu idioma, tu forma de decir palabras enlazadas, que me duele la ausencia que te lastra el ombligo como una mano férrea que no suelta su presa.

Pero quiero que sepas que no creo en verdades que duelan más que el tiempo perdido en hospitales, que por fin, pese a todo encontré en los suburbios, la mano que amenaza tu castillo en el aire.

Si me tiembla de pronto la voz es por su magia, por el modo en que deja bien atados los cabos.

Lo que quiero decir es que a deshora han venido de lejos a ensuciarme las manos con un prisma que rompe las verdades a medias que contabas en las siete mentiras de tu voz de arcoiris.

sábado, 1 de marzo de 2014

Ahora que lo tengo



Lo escribo ahora que lo tengo prohibido,
ahora que el ojo impertinente del poder
se clava en mi nuca con un gesto de náusea.

Lo escribo ahora 
                         porque es
                                         necesario.

Miro hacia atrás por si las moscas,
por si aparte del ojo
quiere el poder clavarme la mirada,
y comprende de pronto
que esta rebelión no es solo de palabras.

Una vez dejé de sonreír por un momento,
pero ese momento duró para siempre...
como duran para siempre los besos eternos,
las miradas eternas del tren a los andenes,
los dolores crónicos y las dudas huérfanas.

Una vez dejé de sonreír
y fui la carcajada del reo en el patíbulo
consciente del ocaso, de ese instante infinito.

Al amor no le debo más que a la rabia
me ha curtido el dolor, lo mismo que un orgasmo.

Es posible que ahora
que bullen mis arterias de sangre y poesía
esté el poder de uñas (afiladas y atentas)
a punto para el salto a quebrarme el aliento.

Es posible, repito, que el dolor sobreviva
como un vestigio oculto en un risco remoto.

Por eso escribo, ahora que lo tengo prohibido,
ahora que el deber es centrarme en tu estímulo.

Ahora que el poema es el último mono
me asalta el hijo puta como un hipo insistente.

Porque no tengo nada que valga más que el tiempo
que paso recostado taponando esta herida,
ni tengo más que tiempo que ofrecer a tus muslos
es tiempo lo que doy ahora que no tengo.