Tan solo estoy seguro de que dudo
no hay más certeza que la incertidumbre
de ser o de no ser lanza o escudo,
de evitar la rutina por costumbre.
Y ante el abismo del papel en blanco
doy vueltas sobre temas ya manidos,
si me revoluciono o me apalanco,
si grito o si procuro no hacer ruido.
La duda es esa esquiva compañera
que se guarda un conejo en la chistera
y me da a elegir con gestos de maga.
Y así me deja, lívido, perplejo,
sin saber si elegir ese conejo
del sombrero o el otro de las bragas.
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