martes, 31 de julio de 2012

Quizás porque te quiero


Cuando la niebla venga, que se lleve
la tristeza amarilla en tu mirada,
el dolor es menor siempre que es breve,
si no deja residuo en la almohada.

Para atarme a los pliegues de tu falda
no necesito que me des permiso,
el amor nunca ataca por la espalda,
escribe los poemas que improviso.

Cuando se ponga el sol, vendré en tu busca,
con los ojos prendidos en tu fuego,
tu fuego que hasta el alma me churrusca
para sanarme las heridas luego.

Para hablarte al oído de estas cosas,
algo de tiempo, es lo que necesito,
hablarte de poemas y de prosas
y de cada pamplina que te he escrito.

Cuando la niebla, lenta, se disipe,
y te bañe la luz de un nuevo día,
cuando te deje en paz la absurda gripe
que azota tu salud, feroz e impía,

alza la vista y mira a donde quieras,
allá donde tus ojos, yo te espero,
no sé si soy aquello que tú esperas,
pero estaré, quizás porque te quiero.

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