Para Mrs Wilde por aquello del azar
El viento no mueve tu sombrero hasta que alargas la mano...
entonces, cuando ya casi rozas con tus dedos el tejido
se repite la misma danza eterna del amor y del miedo.
El sombrero se aleja, sin más, sobrevolando
mecido por un viento ausente hasta este instante
la sombra que traza tu mano infructuosa
que se aferra a un enorme vacío repentino.
Hay días que sucede la danza de otro modo
y un periódico ajado te persigue incansable
o te atrapa el tobillo una bolsa de plástico
y no hay, o no encuentras, un refugio decente.
Piensas en el azar, pero no te equivoques,
ese cabrón dispara con los ojos cerrados
y casi siempre acierta, por eso no le aguanto.
Y mientras, el sombrero corre por la avenida
sólo un poco más lejos de lo que son capaces
de estirarse tus músculos sin ceder ese paso
que provoca otro aliento de brisa infatigable.
¿Cuál es el mecanismo? ¿qué extraña matemática
aleja los sombreros y aproxima basuras
con el paso medido para huir o encontrarnos?
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