Para Lourdes...
Escribir al amor como lo hicieron
las trémulas voces de tantos poetas,
decirte al oído los poemas cáusticos
que tal vez confundan
tu luz y mi memoria.
Susurrar endecasílabos cálidos
que te licuen el hielo de la duda,
humedecer el árido silencio
con litros de versos
en cascada imparable.
Nombrarte, por ejemplo, a Benedetti,
sentados en un banco
a la izquierda de un roble, y decirte: "te quiero,
menos mal que te quiero"
y hablarte de una nube sobre el jardín botánico.
O nombrarte a Girondo y dejarte bien claro
que no me importa nada tu aliento matutino
ya sea afrodisíaco o sea insecticida
que lo que no soporto, lejos de que tu piel
sea lisa o surcada por profundas arrugas
horadadas de tiempo
es la ausencia de alas...
para no ver mi sombra confundida en la sombra
elévate y saldré como un loco a buscarte.
Escribirte esos versos que ya escribieron otros
locos enamorados en plena efervescencia:
No entender el amor si no es contigo
descubrirme más ciego al quitarme tu venda.
Nombrarte, por poner, a Don Ángel González,
y ser por un momento Dios y tener el secreto,
y probarte a la manera de los panaderos,
y presentir que eres y te llamas
con ese nombre tuyo tan pequeño.
O sufrir la locura de Leopoldo Panero
tener el alma libre, y enclaustrada la sombra
y la firme intención de matarte mañana.
para soñar con dioses y árboles y madres.
Regalarte la voz de Neruda y traer
de las montañas flores alegres,
avellanas salvajes y cestas silvestres de besos.
Y mirarte infinita callada y constelada
y escucharte un gemido para la primavera.
O mirarte, quizás, con los ojos cansados
a la vuelta de un día de albaranes y gritos,
y que entiendas sin más
y escucharte un gemido para la primavera.
O mirarte, quizás, con los ojos cansados
a la vuelta de un día de albaranes y gritos,
y que entiendas sin más
que el amor es quien dicta
la verdad más sencilla
la verdad más sencilla
de que somos capaces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario