Así regreso siempre, temblorosas las manos,
con la duda punzando, mi costado y mis sienes,
huyendo de un silencio que calló demasiado,
un camino trazando sobre grises papeles.
Una vez he pasado el primer contratiempo
vuelo raudo y me dejo caer como si nada
y las teclas retumban, le hacen mella mis dedos
y otra vez me estremezco vomitando palabras.
Si regreso y no encuentro el fin del laberinto
o si encallo mi barco contra el acantilado
el dolor se agudiza con un eco inaudito
y se nublan mis ojos y se atascan mis manos.
Y si una savia nueva recorre mis rincones
y vuelvo como nunca, seguro y decidido
sin dudas, sin reparos, sin pálidos temores,
me envuelvo en tintineos de versos y te escribo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario