(...)
Llevaré hoy tu sudor en la boca,
tu hambre en la cintura, y tus pestañas
calientes de invierno en una furiosa
mirada que araña gritos desnudos
(...)
Madrid aún me parece un lugar inconcreto,
una mezcla nubosa de ciudades fantasma
que a fuerza de sumarse plano a plano aglutina
su realidad y cae como lluvia de asfalto.
Madrid es lo contrario a la orilla que pisan
los pies innecesarios (esos rasgos atávicos).
Madrid es esa meta que respira difusa
con la sangre agolpada como un trombo sublime.
Madrid es acostarse a dormir con los pájaros,
beber hasta la náusea, juventud y resaca.
Madrid es el misterio que esconden las maletas,
la oscuridad que habita detrás de las cortinas.
Madrid es el encuentro, ese azar imposible
que te guía al amor entre desconocidos,
esa fuerza impensable que da voz a tus ojos
y da luz a tus labios y hace todo más fácil.
Madrid es esa mezcla de terror y lascivia
de dolor y placer, Madrid: Cera caliente.
Aún no estás en mí. Madrid es el mañana
de este hoy que deseo y que, pleno, palpita.