pusiste a punto todos tus encantos,
y aunque no tengo vocación de santo
quise evitar tu anzuelo de despecho.
Pero tu pecho supo encandilarme
con su turgencia suave y cegadora
y quise dedicarle un par de horas
al lúdico ejercicio del desarme.
Sé que lo hiciste para hacerme daño,
que como la manzana a Blancanieves,
vas a pudrir el centro de mi pecho
Diosa cabrona de los desengaños
¿porqué tus citas son siempre tan breves?
¿cómo me dejas tan insatisfecho?
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