Después de todo es cierto eso de
que no son horas de andar escribiendo estupideces.
Es demasiado tarde para andarse por las ramas
y el vértigo no ayuda en absoluto.
(Eso también es muy cierto).
Tengo la sensación de estar perdido, de no saber si vengo o voy,
pero tengo muy claro qué es lo que tengo que decir,
el problema no es el qué.
El problema es siempre el cómo.
E intentando diseñar un cómo,
como los de las películas,
de esos con violines de fondo,
dando dramatismo,
de esos fluidos y sin tropiezos,
de esos que deslizan su verdad de cuchillo
entre la mantequilla tibia de tus miedos
casi sin rozarla,
intentando encontrar el cómo, para soltar el qué
es que me estanco.
Y doy vueltas y vueltas
como en una noria que no para de girar y girar
en torno a un eje que no avanza.
Y no avanzo.
Todos mis cómos son escupitajos,
vomitonas,
explosiones,
erupciones volcánicas,
cataclismos,
hecatombes
y claro…
lógicamente los rechazo,
ya que
son básicamente incompatibles con la vida.
Y el cómo nunca debe interponerse.
Lo importante,
lo fundamental,
lo que sí puede ser definitivo
es el qué,
y el qué lo tengo,
claro,
Claro, pero… ¿cómo?
Y en esas ando,
ahora que son las dos de la mañana,
sabiendo que no es hora
de andar escribiendo estupideces:
escribiendo estupideces.
Apaciguar mi instinto criminal,
envejecer con cada despedida,
desordenar el orden natural,
echar vinagre y sal en mis heridas.
Deshabitar las plantas de mis pies,
arrancarle los ojos a este luto,
hallar la solución cuerpo a través,
aprovechar más tiempo por minuto,
Cortar otro capullo de alhelí,
amanecer anclado a una botella,
ofrecerle la luna al maniquí,
dejar que los fantasmas dejen huella.
Asesinarme el dedo corazón,
curarme las cornadas que da el hambre,
volverme de tu misma condición,
lanzarme a caminar por el alambre.
Acaparar el oro de Moscú,
contradecir a los que nada dicen,
guiñarle el ojo vago a Belcebú,
utilizar a quienes me utilicen.
Hay amores que tienen vocación de imposible,
hay poetas que tienen vocación de maldito,
hay actores que luchan por no ser increíbles,
hay silencios que tienen ramalazos de grito.
Hay virtudes que tienen vocación de defecto,
hay fronteras que tienen vocación de cuchilla,
hay barreras que tienen vocación de trayecto,
hay trayectos que tienen vocación de semilla.
Hay relojes que tienen vocación de guadaña,
hay esposos que tienen vocación de soldado,
hay países que tienen vocación de rincón.
Hay sirenas que tienen vocación de piraña,
hay destinos que tienden claramente hacia el dado,
hay personas que mueren sin tener vocación.
Abril es más abril desde aquel día
que se llenó de luz la noche oscura
y se cerró por fin la cuadratura
de un círculo curtido en alegría.
Abril es más abril desde aquel día
que vino desde el cielo hasta mis dedos,
y se acabaron dudas, nervios, miedos,
y todo se hizo amor y algarabía.
Un año nada más y nada menos
de eterna primavera en nuestra casa,
cada día es Abril desde aquel día.
Porque en tu luz no cabe ningún trueno
y el tiempo es una escala que no pasa,
tu año es media vida, vida mía.