miércoles, 25 de junio de 2014

Dónde



Dónde estabas ayer mientras pasaba aquello de hacerse nuestro un rato el cetro de la victoria.
Sobre qué oscuro rincón se aposentó tu sombra,
mientras la luz del mundo cauterizaba viejas úlceras.

Sí, se calló la costra de la herida antigua,
no sirvió su silencio contra el fusil de asalto,
ni contra el devenir furioso y cruel de la navaja.
Sí, se calló y negó, como niegan, cobardes, la realidad tres veces antes del aguacero.

Dónde estabas entonces,
cuando el frío alimentaba el trémulo crepitar de mis falanges,
cuando la lluvia bordaba con cristales las pupilas cansadas,
cuando existió el silencio y se hizo absurdo intentar la machada de cambiarnos la historia.

Dónde cuando luchamos como luchan los pájaros por hacerse una sombra que atraviese las nubes.
Dónde cuando corrimos como seres salvajes desnudos y asustados, pero un poco más libres.

Dónde estabas, di, cuando la noche,
callada y consternada,
dejó caer sus manos y se dio por vencida,
mientras se abandonaba a la inercia de seguirse los pasos.

Dónde,
cuando la tos arrancó otro quejido al raído reloj de sol de estos pulmones que dono a la ceniza del pasado reciente.

Dónde, dónde, dónde, dónde estabas entonces,
y dónde estás ahora, que supuran las bocas  palabras desenvueltas, verdades como puntas de lanzas del destino,
clavadas al costado del tiempo que nos mira como un nuevo Mesías.

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