Se borró de la lista, se hizo el muerto,
ocultó su cadáver en lo oscuro,
se quedó más que nada con lo puesto,
triste, ciego, manco, sordo, mudo.
Se hizo un tatuaje, alzó la vista
echándole la culpa al desconsuelo,
condujo como un loco en la autopista,
se libró de un piñazo por los pelos.
Se quitó los zapatos, la corbata,
se abrió de par en par frente al ocaso,
rompió los platos y metió la pata
coronó con laureles al fracaso.
Se abrazó a la creencia religiosa,
pensó: “aunque no lo veo, me lo creo”,
se dejó impresionar con cada cosa,
se cansó de la vida, se hizo ateo.
Se buscó y no encontró más que preguntas
el mundo se volvió turbio y secreto,
su vida la engulló la marabunta,
el cruel orgullo le faltó al respeto.
Se deshizo del rastro de sus novias,
arrojó el calendario a la basura,
las filias cultivó, quemó las fobias,
y se dejó arrastrar por la locura.
Hacía de su propia piel un sayo,
la gente lo miraba por la calle,
y fue calor de abril, lluvia de mayo.
y se despreocupó de los detalles.
No permitió que el sueño le venciera
aguó el vinagre de su cicatriz
cogió las riendas y por vez primera
tomó conciencia y se sintió feliz.
muy feliz.