De nuevo van mis dedos al teclado
y aún no sé muy bien qué están diciendo,
lo que hago es escribir pero no entiendo
qué musa traicionera me ha inspirado.
El caso es que el silencio que arrastraba
se ve con esta letra exorcizado,
la musa que camina aquí a mi lado
pone al rojo su nombre y me lo graba.
Perdón por esta ausencia miserable
que a veces campa por mi cuchitril
con una inadmisible alevosía.
Lo cierto es que esta vez, soy el culpable,
que me entregé a la creación febril
para escribir, ¡Jesús!, Catorce al día.
pues si todo lo escribes así de bien...bienvenido sean...
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