Qué duro es estudiarse ante el espejo,
notar cómo los años no perdonan,
prefiero imaginarme como un Conan
a ver mi macilento y gris reflejo.
Mi antiguo torso atlético y viril
dió paso sin aviso y sin piedad
a un cuerpo ya curtido por la edad
y orondo al observarlo de perfil.
Lo antiguo y lo actual, ¡qué diferencia!
Si algo le sobra al tiempo es la paciencia
para arrugar mi frente y sembrar canas.
Pero mudé la piel como un lagarto,
si tengo que morirme lo haré harto,
mejor es morir harto que con ganas.
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