Es hora de acabar con la manía
de andar poniendo puntos a las íes,
lo entiendo, es muy normal que desconfíes
temiendo mi usual pedantería.
Al fin me he dado cuenta que no es sano
esto de andar contando con los dedos.
La estupidez convive con el miedo,
los dos son inherentes al humano.
Jamás exhalo aires de grandeza,
sin embargo me quedo de una pieza
oyendo el barritar de algunas bestias.
Se me pone la carne de tarugo
y huyo, cómo no, del basto yugo
y exploto y al carajo la modestia.