(Con un verso prestado, Gracias Tito)
Para llamar señoras a las guarras
no se inventó, señor, la poesía,
sino para escaparse de las garras
tan afiladas de la hipocresía.
Jamás me he sumergido en lo perverso
de andar llamando pan a lo que es vino
el pulcro salivazo de mi verso
no cae en lo soez por desatino.
Lo cierto es que no soy ese canalla
que firma con absenta sus poemas,
¿Un pánfilo? tampoco, lo prometo.
Por no callar lo que los otros callan
guardándose el rencor, formando eccemas,
prefiero vomitar otro soneto.
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