lunes, 22 de febrero de 2010

Atardecer y acacia


El aire suscita
lágrimas de hielo y alborada.

La música me rodea
y la razón se me torna
atardecer y acacia.

Hay un niño
que le tira piedras
a la noche.

Nadie,
sólo el viento,
cáliz de sangre y de mandrágora,
cierra la herida
y abre la mañana.

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