jueves, 27 de octubre de 2011

Varas de medir




Si me sacas la arena del bolsillo,
si provocas en mi cara el rubor,
si disipas en mi piel la calor
si me apuntalas el pie y el tobillo

Si restauras la almena a mi castillo,
si de cuajo me arrancas el temor,
si apaciguas mi incesante dolor,
si me proteges de la voz del grillo.

Cuando separes la paja del trigo,
las cosas se verán mucho más claras
y no habrá confusión que suene a excusa...

El caso es que jamás será mi amigo
aquel que mide con distintas varas
la viga de su ojo y mi pelusa.

viernes, 21 de octubre de 2011

Que no se olvide



Que no se olvide un nombre, es lo que pido,
que no haya sido el duelo para nada,
ahora que la guerra está ganada
no olviden tanto sueño interrumpido.

Lo mísero, lo ruin, lo vil, lo bruto,
la mano ensangrentada, los casquillos,
arrancó a tanta vida, tanto brillo,
dejándole a la luz tan negro luto

que no debe olvidarse tanta pena.
Si olvidan el terror, la mano blanca
pondrá laurel a cada metralleta.

Ya se extirpó del cuerpo la gangrena,
ahora quiero ver cómo se arranca
la calma de los vástagos de E.T.A.

sábado, 15 de octubre de 2011

Pirañas



Yo también puedo hablarte sobre el fango
aquí donde me ves sin una mancha,
he sufrido el destierro, la ignominia,
me he enfrentado también a las pirañas.

Puedo contarte historias de dolor,
explicarte qué es estar cansado
de caminar a tientas en el fondo
de un pozo sin salida a ningún lado.

Yo también puedo hablarte de la sangre
derramada y las lágrimas perdidas,
yo también puedo hablarte del silencio
y de un viento que no hace compañía.

He vivido la historia del derribo,
y hablo desde el yo que desconoces,
ahora que la mar se mece en calma
y me evito la sombra y el desorden.

No voy a dar consejos, pero escucha
mi voz que se curtió en aquellos lodos,
si vives la inmundicia no lo olvides
jamás vas a volver a estar tan solo.

Para Antonio M.

domingo, 2 de octubre de 2011

Sin medida ni techo.

Para que no parezca que mis pies se pudren,
así como se pudren sueños propios y ajenos,
en el camino esculpo sus frágiles facciones
su planta, su talón, sus puentes y sus dedos.

Para que no parezca que mis manos dudan,
así como la hoja del blanquecino álamo,
recorro con mis huellas un espejo anhelante,
fijando en él del todo, inamovibles, sus pasos.

Para aclarar la sombra que  ágil amenaza,
con el aire indomable de las enredaderas,
me entrego al tintineo que invade las estancias
me doy al cascabel de tu sonrisa nueva.

Alza la savia un canto de paz en los hollines
que endereza o suprime, el timón o el destino,
el reloj sin manillas, la manzana, los ecos,
o ese jirón de tiempo que se torna amarillo.

Ni sé buscar, ni busco, nada de lo que logro,
el caso es que retengo, y retengo sin miedo
el tiempo sólo el tiempo resiste imperturbable,
el tiempo y un amor sin medida ni techo.