Por no ponerle freno a mi colmillo,
mordí la amarga fruta de la culpa,
le pediré a tu mano que me esculpa
el débil corazón con un cuchillo.
Espero que me aceptes la disculpa
que va con estos versos de tornillo,
ya ves, tengo la carne de membrillo,
no supe distinguir corteza y pulpa.
No puede imaginar mi turbia mente
castigos más insanos y más crueles
para este corazón en el exilio.
Imploro tu perdón inútilmente
aullando como los perros infieles
que más que tu perdón piden auxilio.
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