Tú que notas el frío del invierno,
y atraviesas en vida el purgatorio,
que acusas del placer lo transitorio
y acampas cada noche en el infierno.
Tú que has sufrido, tú que has derramado
la lágrima de sangre más amarga,
que arrastras tu condena dura y larga,
Tú, viejo; tú, maltrecho; tú, olvidado;
No llores, para nada sirve el llanto,
saborea el dolor como un manjar,
sopesa con cuidado lo que escribo:
Jamás sufrió la roca del espanto
que sufres en tu triste caminar...
mientras haya dolor, estarás vivo.
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