Reflexiones
Siempre me ha parecido curioso cómo
nuestras ideas dibujan la realidad. Cómo pueden oprimir las cosas, reducirlas y
recortar lo que percibimos. Visto de ese modo, somos un poco prisioneros de
nuestras creencias, por que ellas van a ser las que dirijan dónde miramos y
sobre todo cómo miramos...
Nuestras dudas y temores, nuestro
pasado, nuestros enredos, nuestras emociones, sobre todo nuestras emociones...
forman como una especie de velo a través del cual le damos sentido a lo que
vemos, a lo que vemos... que no siempre es lo que es.
La idea de qué es la maternidad y
de quién es un niño está detrás empujando, incitando cada acto, cada palabra,
cada caricia, cada decisión...
Aprender a ver la esencia, a
cuestionarse lo aceptado y a conocer la base de las decisiones que tomamos es
un recorrido complicado. Es curioso cómo en este proceso de volver a lo
esencial, a lo instintivo, pienso en las mujeres de las que vengo como fuentes
de conocimiento y sensatez, y sobre todo de afecto. Y entonces intento construir
mi idea sobre quién es un bebé de 2 años, mi bebé de dos años... Ella.
Ella es una persona sensible y
cariñosa, que aprende constantemente (sobre todo de lo que hago y no tanto de
lo que digo), que juega y que se ensucia y que le encanta mojarse. Que va aprendiendo
a conocer sus límites y que si se le trata con respeto, paciencia y coherencia,
me sorprende cada día entendiendo lo que puede ser y lo que no.
Ella es una persona segura y
decidida, y eso me encanta. No me reta, sólo está intentando conocer cuáles son
las reglas del juego, y yo soy la encargada de, con paciencia, enseñárselas.
Ella quiere, duda, se frustra,
teme y echa de menos de forma tan intensa como yo, por mucho que nos empeñemos
sus emociones no están acorde con su estatura, más bien es todo lo contrario,
por que nosotros de tanto usarlas hemos aprendido a manejarlas y ella todavía
no ha recorrido ese camino...
Sus problemas:
-“¡Mamaaaaaaaá, yo quiero quitar solita la
cascarata del plantaonooooo!”
Son tan grandes como los mios...
Ella es una persona empática y
noble, es la mirada del adulto la que envilece algunos de sus actos aunque sean
totalmente naturales y universales... rabietas, pataletas y lloros...
Ella tiene sus tiempos, que no
siempre son los míos y casi siempre tiene la generosidad de respetarlos y yo
intento respetar los suyos...
Ella perdona sin problemas y no
sabe lo que es el rencor, ni el resentimiento, ni la venganza...
Ella me quiere sin condiciones,
sin esperar nada a cambio, mi sola
presencia le tranquiliza...
Y en este camino de deconstruir
ideas que nos metieron a fuego y construir otras basadas en el amor y el respeto,
no estoy sola. Está Él; si no, sería imposible... y estáis Vosotras (no hace
falta dar nombres) con quien puedo desnudar mis dudas y encontrar el calor de la
buena compañía.