Floreciste una noche silente de otra época
con el gesto mudado en súbito jadeo.
Liviana flor de agua. Minúsculo alarido.
Libérrimo engranaje. Catarata de espejos.
De la antigua quimera quedó el aliento último,
todo fue en un instante, se crisparon los cuerpos.
De los senos de Freya manaron níveas orbes
tramando la espesura del templado universo.
Entonces todo calma, maullidos apagados,
silencio fue la noche, el mundo fue silencio.
Y el eco lejanísimo de la voz de la tierra
cantó como un susurro la levedad del tiempo.
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