Ha llegado la hora de las azaleas,
La hora de guardarse la ponzoña
Como quien silencia un prodigio.
Ha llegado la hora del letargo,
Del soporífero andar a tientas
De los clarividentes.
Ha llegado el momento
De volver a decir lo que decíamos
De volver a venerar a falsos ídolos,
De barro ya raído y ceniciento.
Ha llegado la hora de las páginas
Y de los abrojos.
La hora de legitimar el silencio como excusa.
La hora agonizante de los alfileres.
muy claro.....y que quieres que t diga? me gusta como escribes...esa manera a aboca d jarro...sin ofender por supuesto....yo entiendo de silencios.....he tnido silencios como excusas...pero los solencios son un arma d doble filo....
ResponderEliminarbesines querido stewart...y adelante..
sauvignona
Me gusta que te guste.
ResponderEliminarY me gusta más que me lo digas.
Gracias.
Es agradable saber, que alguien, en algún lugar: me lee.